Tríptico de la Natividad en el Museo de la Semana Santa

Dic 4, 2019

El tríptico de la Natividad surge del trabajo de dos artistas maliayeses que combinan dos expresiones artísticas: la pintura y el belenismo.

En esta obra Nicolás Rodríguez Martín nos ofrece, en el centro, una reinterpretación del clásico belén napolitano del siglo XVIII y hablamos de reinterpretación porque conservando las características más importantes de este tipo de belén como son la espectacularidad escenográfica, la selección de figuras de grandes artistas plásticos, los variados «finimenti» (accesorios), la reproducción de ropajes de aquella época…, Nicolás, añade guiños de modernidad y actualización de este tipo de belenes como son la inclusión de San Francisco de Asís, patrono de los belenistas, Santa Clara de Asis o la de los dos Papas actuales Francisco y Benedicto XVI. Claras evocaciones al sentido religioso del que surge este artístico belén.

Por su parte el pintor Cerezo Barredo se encarga de los laterales del tríptico con dos escenas de ángeles: anunciación a los pastores y anunciación a la Virgen María. Dos escenas belenistas por excelencia. Cerezo, soberbio muralista, deja impronta de esa formación que implica monumentalidad, en este caso de las figuras con respecto al marco, y una estética expresionista que nos hace fácilmente identificar las escenas. Consigue, con los tonos suaves del colorido, una gran placidez y utiliza un fondo común para ambas tablas que sirve de elemento unificador a manera de firmamento. Austeridad total en los elementos: La Virgen recibe la buena nueva sobre una sencilla silla y una ruda cerámica acompaña la escena. Los pastores, más austeros aún, no tienen ningún elemento que los delate como tales, quizá sea que la buena nueva no es sólo para ellos, es un mensaje universal. Por supuesto los dos laterales, austeros, austeros, de Cerezo Barredo contrastan con el abigarramiento propio del belén napolitano que presenta Nicolás Rodríguez y el elemento unificador más destacable es el ángel napolitano que preside la parte central del tríptico. Dos visiones artísticas diferentes, contrastantes para bien, y con un denominador común: El anuncio de la buena nueva.