Pregón de 2024
José Antonio Pérez
Tallista
VOLVER…
…« Villaviciosa es inseparable a su Semana Santa. Ella es el alma y aliento de toda su espiritualidad, forma la entraña viva de su fe y las raíces más íntimas de su religiosidad, y por lo mismo, la conmemoración de estos misterios altísimos de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, ha sido, es y será su devoción predilecta, su solemnidad suprema…»
Estas palabras leídas hoy, fueron escritas hace algo más de 60 años por D. Pedro de la Fuente, gran impulsor de la Semana Santa y párroco de la Villa en aquel tiempo. Suponen la mejor prueba de que la unión perfecta de Villaviciosa y su Semana Santa, sigue hoy tan presente como entonces.
Honorables autoridades
Reverendo párroco de Santa María
Señor mayordomo de la cofradía de Jesús Nazareno
Miembros de la junta directiva
Cofrades y amigos de Villaviciosa
Querida familia y amigos que habéis viajado para acompañarnos en este acto
GRACIAS A TODOS POR ESTAR AQUÍ
Nunca olvidaré aquella tarde. Han pasado más de cuarenta años, aunque sigue tan viva en mi memoria, que parece que fue ayer mismo.
Tenía ocho años cuando pasé mi primera tarde en el taller de mi padre, en el número dos de la calle del Puente, muy cerca del viejo río Duero a su paso por Zamora. Aquella tarde creí descubrir el oficio más bonito del mundo. Ahora, tantos años después ya no lo creo. Ahora lo sé.
Mi padre fue también mi primer maestro, y me transmitió dos cosas que acabaron siendo fundamentales para mí: por una parte, las técnicas, los procedimientos, el manejo de las herramientas. Por otra, y más importante aún, el amor por el oficio.
De este modo que la talla en madera se convirtiese en una afición, después en una profesión y definitivamente en una vocación, fue sencillamente inevitable. Y sucedió lo que suele suceder en las vocaciones, que el trabajo no es sólo una parte de la vida, sino que se acaba convirtiendo en la vida misma.
Aquella tarde no pude tocar ninguna herramienta, pero no me importó. Estuve todo el tiempo embobado, viendo aquel movimiento de manos, que elegían con destreza la herramienta adecuada para cada forma; escuchando el soniquete de la maza golpeando sobre la gubia. La maza sobre la gubia ponía la música, las manos sobre la madera la danza.
Los golpes del maestro, secos y certeros, acercaban la madera a la forma deseada. La tabla, plana al inicio de la tarde, comenzaba a tener movimiento, de una manera, que a mí me parecía mágica.
Aquella noche, cuando volvía para casa, ya había decidido lo que sería de mayor, o mejor dicho, lo que ya era desde ese momento. Sería tallista de madera, como mi padre, y nada ni nadie podría impedírmelo.
Aquel fue el comienzo de un sueño del que no he despertado. Sigo volviendo a casa aquella noche. Aún no he llegado y no tengo ninguna prisa por llegar, no siendo que cuando llegue se acabe el sueño.
Con la perspectiva del paso del tiempo, desde el presente, puedo decirles con satisfacción, que los sueños del niño que fui, y que sigo siendo, se cumplieron con creces. No tengo ningún mérito sobre esto, simplemente el destino se empeñó siempre en premiarme por encima de mis merecimientos.
Vengo, como saben de Zamora, la ciudad del románico y de los grandes tallistas. Los mejores maestros de cada generación, trataron de dejar su gran obra en alguna mesa procesional de la ciudad. En ellas, encontramos el espacio ideal para desarrollar nuestros trabajos más creativos.
Algunos de estos maestros de la talla lograron hacer realidad sus proyectos estando muy avanzadas ya sus trayectorias profesionales. Pues bien, en mi caso, con 21 años pude ver desfilando por las calles de Zamora mi primera mesa procesional.Aún no lo había soñado y ya lo estaba viviendo ¡
Poco tiempo después, los que hacía nada habían sido mis admirados maestros, eran ya mis compañeros. Aún no lo había soñado, y con 26 años ya era el maestro de talla en madera en la escuela de Arte de Zamora.
Esta noche, ante ustedes, tengo la sensación de estar viviendo un capítulo más de esta vida soñada, o mejor dicho, de esos sueños cumplidos antes de tenerlos. Nunca lo había soñado y aquí me tienen… se ve que en esto también el destino me sigue sonriendo y me siento elegido, cuando ni siquiera en sueños aspiraba a este honor.
En esta tradicional tarea que preludia la pasión, me precedieron ilustres personas, que mostraron su destreza con la palabra escrita y hablada.
Han pregonado las excelencias de Villaviciosa y su cofradía grandes conocedores de la historia, las tradiciones y las gentes que han formado parte de su Semana Santa a lo largo de los tiempos.
Maestros de la prosa, la poesía, la música…anticipo que no podré acercarme a ellos.
Me faltan las vivencias infantiles y juveniles que tanto marcan nuestras vidas futuras. Me falta también, el conocimiento detallado y en profundidad de lo que va sucediendo cotidianamente, y que si tienen ustedes que viven aquí el día a día.
Estas carencias tan importantes marcaron mis dudas iniciales, aunque finalmente la emoción venció a la razón, el corazón pudo más que la cabeza. Asumí la propuesta como un nuevo reto, y la acepté como un regalo, pues me dará la oportunidad de devolver, al menos en parte, el afecto recibido.
Pregonar la Semana Santa de mi querida Villaviciosa es una gran responsabilidad.
Seguramente habrán escuchado ustedes pregones llenos de verbos agudos y adjetivos precisos; a mí me resulta complicado encontrar palabras nuevas para hablar de acontecimientos profusamente relatados, y lo que me salen, son ideas talladas en madera a golpe de gubia, modeladas en barro con emoción, policromadas a base de pinceladas de agradecimiento y cariño a esta tierra que me ha dado tanto.
Mis palabras estarán lejos de la finura de las de mis predecesores, en un arte, el de la palabra, en el que no soy maestro. En lo que soy maestro, más por pura insistencia que por cualquier otra cosa, es en el manejo de mis herramientas: gubias, limas, compases, pinceles… con ellas, fue materializándose el evangelio al paso de los años y los siglos.
Este evangelio plástico ha sido tallado y policromado por escultores, imagineros y pintores.
Las andas que posibilitan sus desfiles procesionales, han sido realizadas por tallistas, herreros y carpinteros. Entre estos últimos, me permitirán ustedes un recuerdo obligado y apenado de Santiago Lucas, que fue el carpintero honesto y leal que me acompañó durante más de veinte años en este caminar de mesas, andas, tableros y molduras.
Aquí en la Villa, dejó muestras de su buen hacer en las andas de la Coronación, la Flagelación y La Dolorosa, mientras que en las de La Borriquita con la pena aún reciente por su marcha, comencé a echarlo de menos… y sigo haciéndolo, pues, con el magnífico profesional, se fue también el compañero cómplice y el amigo fiel.
Si Santiago fue pieza importante en las tareas de carpintería. Miguel Pérez, mi padre y maestro, fue absolutamente fundamental. Sin su esfuerzo constante, sin su empeño diario, sin la generosidad del padre que trabaja en la sombra, para que brille el hijo, no hubiera sido posible mi trayectoria.
Estoy muy orgulloso de él y, por lo que me cuentan, creo que él, algunos ratos también lo está de mí.
En el pregón, como dije anteriormente, debemos dejar que la emoción se imponga a la razón.
El pregón no acepta intermediarios y debería ser una flecha lanzada directamente desde el corazón de quien habla, a los corazones de quienes escuchan. Debe estar basado en vivencias personales, de manera que si cada uno de ustedes dictara su pregón, todos resultarían muy diferentes, pues muy distintas son también las vivencias, emociones y recuerdos de cada uno.
La Semana Santa resulta ser un conjunto de muchas cosas: religiosidad, renovación de la fe, creencias, devoción popular, tradición, sentimientos, escultura, oficios artísticos, música, teatralidad en la puesta en escena,…y tantas y tantas cosas que nos llevarían una vez más, a darnos cuenta de las infinitas miradas sobre la Semana Santa.
Mi mirada estará centrada fundamentalmente en aquellos aspectos artísticos y artesanales que le son propios, como corresponde a alguien que tiene por profesión y por devoción, expresarse con las manos a través de sus obras.
A lo largo del pregón iré recordando y repasando las obras realizadas para la cofradía de Jesús Nazareno, como si fueran una especie de hilo invisible que permitan ir cosiendo las distintas ideas con los recuerdos de estos últimos quince años, en los que se han ido haciendo cada vez más fuertes los lazos que nos unen, gracias a las ilusiones por los proyectos compartidos y a la amistad profunda y sincera que nos tenemos.
Mi relación con Villaviciosa y su Semana Santa comenzó en aquel ya lejano 2008.
Esos primeros viajes, esos primeros recuerdos quedaron encolados en mi memoria para siempre, a Pablo, mi hijo mayor, que por entonces, caprichos del destino, también tenía 8 años. Él siempre quería volver conmigo a la Villa, porque para él venir aquí era una fiesta. Una fiesta que a veces lo vencía. Las tardes de trabajo generalmente se alargaban en exceso y la cena llegaba a unas horas en las que el sueño era ya más fuerte que el hambre y acababa dormido ante el plato, sin poder rematar el filete.
Algo muy parecido sentí yo desde el primer día. También para mí, venir a la Villa fue siempre un motivo de alegría. A veces el comienzo de un nuevo proyecto, al que siempre fueron unidas nuevas ilusiones; otras veces la entrega de esos trabajos una vez concluidos, con la tranquilidad siempre del deber cumplido, de haber dado el máximo en cada uno de ellos.
Debo reconocer también, que alguna vez volví a la Villa, sin que el viaje fuera completamente inevitable. Pero volver aquí suponía también el reencuentro con gentes queridas, retomar conversaciones siempre inacabadas y, en definitiva, volver a la que ya es mi segunda casa.
Además estaba lo de Pablo (que siempre quería volver) y me pedía una nueva oportunidad de vencer al sueño y al filete.
Mientras tanto, mi hijo pequeño, Mario, se quedaba en casa con Marta y hacían juntos algo que comenzaron a llamar el secreto. Nunca quisieron contárnoslo. Se mantuvo como un gran enigma para nosotros, así que a día de hoy seguimos sin saber que se iban juntos a ver la tele con una enorme bolsa de gominolas.
En estos años ellos no han parado de crecer. Todos crecimos realmente. Yo mismo fui creciendo con los sucesivos encargos, pues en mi trabajo, cada día supone un nuevo aprendizaje y cada experiencia me aporta nuevas enseñanzas.
La propia cofradía tampoco dejó de crecer en este tiempo.
En ese crecimiento continuo y constante de la cofradía, ha tenido y sigue teniendo, como todos sabemos, un papel absolutamente fundamental su mayordomo Nicolás Rodríguez.
Amigo Nicolás, tú pasión por la Pasión parece inagotable. Tu esfuerzo, trabajo, dedicación, conocimiento y buen gusto, han dado lugar a un tiempo de esplendor, pleno de decisiones, tan meditadas como acertadas.
La adaptación a los nuevos tiempos, en armonía y con respeto a la esencia fundamental, ha sido, en mi opinión, la clave de tu éxito, tú fórmula mágica.
Aunar tradición y modernidad, esa es la clave ¡
Es exactamente la misma idea que yo he perseguido siempre. Algunas veces he pensado que nos encontramos porque buscamos lo mismo.
Te animo a que sigas con tu labor. Aunque sea ya muy grande tu aportación, y tu nombre esté ya escrito con letras mayúsculas en la historia de la cofradía. Seguimos teniendo proyectos por delante, en los que, como bien sabes, estaré siempre que me necesites, para seguir golpe a golpe, paso a paso, haciendo aún más grande tu querida Cofradía, mi querida Cofradía.
En este empeño Nicolás nunca estuvo sólo; mi reconocimiento también para todos los directivos, ayudantes y colaboradores que te acompañaron en este viaje. A los de antes y a los de ahora, todos tenéis mi respeto y mi afecto.
Vosotros mejor que nadie, sabéis que el trabajo es ingente y resulta imprescindible repartir tareas. Vuestro esfuerzo generoso no tiene otro pago que el íntimo orgullo de trabajar y sentir la cofradía.
Gracias por sacar todo adelante, por respetar las tradiciones y mantenerlas vivas, porque en tiempos de cambios e incertidumbres resulta más necesario que nunca aferrarnos a lo conocido, a nuestras tradiciones y creencias.
En nuestro tiempo, todo parece como el taller después de un mes intenso de trabajo: fuera de sitio, desordenado. Necesitamos, al menos una vez al año, volver a conectar con nuestro pasado, como ancla de referencia conocida ante tanta novedad.
Vuestro empeño ha supuesto que la Semana Santa de Villaviciosa, goce de un presente de prestigio ganado a pulso, que augura un esperanzador futuro, aunque ahora por un momento, miraremos al pasado para recordar los trabajos realizados. Empezaré por el último, para seguir el orden cronológico de los hechos de la Pasión.
ANDAS PARA LA BORRIQUITA
Efectivamente, el último de mis trabajos para la cofradía, hasta el momento, hansido las andas para la Borriquita, que aquí llamáis cariñosamente la burra, que se estrenaron el domingo de Ramos de hace dos años. Fue un día que se hizo esperar, pero mereció la pena.
La mañana del domingo de Ramos es el momento en el que todo comienza. El inicio de la semana más importante del año, la semana en la que algunos pensamos y para la que trabajamos todas las demás semanas del año.
La cofradía estrenó sus nuevas andas en la mañana del domingo de Ramos, que es tradicionalmente momento idóneo para los estrenos. Los niños y los no tan niños estrenan sus ropas de primavera, lo aconseje o no la temperatura, aunque en este caso todo fue propicio. Fue una mañana espléndida de sol, cálida, con el sol brillando sobre un fondo de cielo azul y limpio.
Las nuevas andas parecían haber recibido todos los mensajes: la madera elegida, cerezo del país, resulta tan cálida como resultó la mañana.
El planteamiento general “limpio “como el cielo aquel domingo. Tableros tallados en altorrelieve, con textos alusivos al momento inicial de la Pasión, jugueteando entre palmas y hojas de laurel.
Las esquinas tampoco fueron ajenas a los mensajes, y sus formas curvas quisieron favorecer el paso suave y continuado entre los cuatro lados, sin aristas, ni estridencias. Igual de suave y continuado debe ser el relevo generacional, necesario para mantener viva esta larguísima tradición.
Esto se manifiesta muy claramente en la procesión de la Borriquita; en la que nunca sabremos si la ilusión por la procesión de las palmas es mayor en los abuelos, en los padres, o en los niños… Lo realmente importante es que esos niños se incorporan ahora y seguramente para siempre, como nuevos eslabones de una cadena imaginaria, que aquí en la Villa ya camina hacia su cuarto centenario.
ANDAS PARA LA CORONACIÓN
Mi estreno profesional en tierras maliayas fue la realización de las andas para el grupo escultórico de La Coronación, en 2008.
No conocía nada de vuestras escenas procesionales, por lo que supuso una gran sorpresa para mí el descubrimiento del grupo escultórico, que me pareció y me sigue pareciendo espléndido.
Supongo que el impacto que recibí al conocerlo, sería similar al que muchos años antes, tendrían quienes fueran a recibirlo al puerto de Gijón, y posteriormente a su llegada aquí a la Villa.
El autor estaba seguro de lo realizado y así lo manifestó por escrito: “haber hecho una buena escultura, la que yo sé ustedes sabrán apreciar ya que criterio no les falta pues estoy convencido de que les ha de gustar a todos”.
No hay dudas sobre su acierto y la mejor prueba, fue el inmediato encargo de la escena de La Flagelación.
El escultor valenciano Enrique Galarza Moreno, heredero de la mejor tradición barroca y “salcillesca”, mostró aquí un gran despliegue de habilidades técnicas, aunque antes de eso, el autor de las imágenes se convierte en un intérprete de los hechos evangélicos. La Pasión, a pesar de haber sido tantas veces representada, sigue siendo para el imaginero un auténtico reto, dada la parquedad descriptiva de los evangelios en muchos casos.
En imaginería lo más importante es expresar y despertar sentimientos. La escena debe tener un espíritu pedagógico y narrativo. Esta expresión cristiana, trataba de potenciar la fe de los creyentes y ayudar a los no creyentes a serlo.
En este caso, Mateo, Marcos y Juan, coinciden en su relato: los soldados del procurador llevan a Jesús al Pretorio, donde tras vestirlo con un manto de púrpura, trenzan una corona de espinas que colocan sobre su cabeza, para posteriormente hacerle burla, golpearlo y escupirlo.
Uno de los convencionalismos más habituales, y que podemos ver también aquí, es acentuar algunos rasgos que identifiquen la fealdad con la maldad y la belleza con la bondad. Estos arquetipos sirven para facilitar la lectura inmediata de la escena.
En el planteamiento general se aprecian también virtudes relacionadas más con lo escultórico, como el estudio de las fuerzas compositivas que tienden a compensarse, desde la quietud hasta el dinamismo. Todos estos mandamientos de la imaginería y virtudes de la escultura eran conocidos y fueron resueltos con brillantez por el maestro valenciano.
En la escena, el punto de vista frontal resulta mucho mejor resuelto que los laterales, con un planteamiento muy pictórico, priorizando fundamentalmente el punto de vista frontal.
La composición, que tiende a lo piramidal, resulta en su conjunto armónica, equilibrada, potenciando la idea fundamental de serenidad.
La figura de El Salvador aporta la quietud en la escena. Aparece sentada, elevada ligeramente sobre un pedestal marmoleado, para no perder su jerarquía protagonista en la escena.
Su cuerpo está ligeramente girado a la derecha, mientras su cabeza rota al lado opuesto. Su rostro sereno parece aceptar con resignación la burla. Su cuerpo se muestra cubierto por una clámide de color rojo, color simbólicamente asociado con la sangre y con la violencia.
Esta simbología tan marcada y definida supone otro de los elementos más característicos de la imaginería, donde las normas ya están escritas y son realmente escasas las posibilidades de innovación.
Por lo que se refiere a mi trabajo en estas primeras andas para la Villa, puedo decirles que el encargo llegó por las que ya había realizado para Zamora, así que en esencia podemos decir que la traza es un poco “a la zamorana”, aunque como es lógico, adaptada a los gustos, proporciones y necesidades procesionales de aquí.
ANDAS PARA LA FLAGELACIÓN
Tres años después, en 2011, volví a Villaviciosa para la entrega de un nuevo proyecto, realizado a imagen y semejanza del anteriormente citado de la Coronación.
Este grupo fue estrenado, igualmente, a mitad del siglo pasado, resultando más dinámico y movido, respecto al reposo que sugiere la Coronación.
Esta escena, supone uno de los momentos de la Pasión más conocidos y representados en el arte. Siguiendo el relato de los evangelios, tras la delación de Judas, el sanedrín ordenó la prisión de Jesús. La ley prescribía que el condenado recibiese 40 azotes, si bien los evangelios no reparan en cómo se cumplió el castigo, y lo narran de manera lacónica.
La composición, trazada con primor por Galarza Moreno, sitúa la figura de Cristo en el centro, en pie, con el torso ligeramente hacia adelante y girado hacia la izquierda, mientras vuelve la cabeza en sentido contrario, en un estudiado y preciso contraposto.
A la derecha del Redentor un sayón alza su mano como para agarrar al Señor por los cabellos. El otro sayón sujeta con la mano izquierda la cuerda con la que tiene maniatado al maestro, mientras con la mano derecha prepara el siguiente azote.Ambos sayones muestran gran dinamismo, propiciando desde los laterales puntos de vista muy vibrantes.
Parece claro que en aquel tiempo la inspiración visitaba con frecuencia el estudio del maestro valenciano, ya que las dos escenas que aquí llamáis los “xudíos”, resultan sencillamente magnificas.
La inspiración resultan ser esos momentos casi mágicos, casi siempre fugaces, en los que todo parece fluir por encima de nuestras capacidades habituales.
Mucho se ha hablado y muchos han escrito sobre ella. A mí la frase más inspirada sobre la inspiración me sigue pareciendo aquella de Ernest Hemingway, cuando decía:
“A veces escribo mejor de lo que sé”
En definitiva, fue una autentica satisfacción realizar esta pareja de andas y, a través de ellas, conocer primero y poder estudiar después, la obra de tan prolífico escultor.
En esta ocasión, también fueron realizadas en madera de haya. La traza, es también igual que las de nuestro estreno en la Villa, ya que queríamos marcar con mucha claridad el hermanamiento de los dos grupos. En esta ocasión la columna y los flagelos tomaron el protagonismo en las esquinas, suponiendo prácticamente la única diferencia con sus andas “hermanas”.
Siguiendo la cronología de los hechos propios del Jueves Santo, antes de la Flagelación y la Coronación, aparece en el desfile la Oración en el huerto. La última escena incorporada a la Semana Santa es obra del sevillano Manuel Ramos Corona.
Nos muestra a Jesús orando, mientras un ángel se le acerca por la espalda para confortarlo. El Hijo de Dios queda reducido a un hombre, despojado de cualquier gloria o esplendor. Según palabras de San Ireneo en el siglo II: Dios se ha hecho hombre, para que el hombre se haga Dios.”
Jesús se muestra como un hombre que tiene miedo por el sufrimiento que le aguarda en la cruz, y finalmente por la muerte. Es un hombre que se tambalea, al que le asaltan las dudas. La duda nos sacude a todos muchas veces a lo largo de nuestras vidas. El escultor también duda ante su obra. ¿Qué es mejor, la emoción o la perfección? ¿Para quién creamos nuestra obra, para el que ve o para el que siente?
LA DUDA RESULTA NECESARIA PARA CREER Y PARA CREAR.
Los evangelios describen la escena de manera elocuente.” Tomando consigo a los apóstoles más íntimos, Pedro, Santiago, y Juan, les confesó la turbación y la tristeza de su alma y les pidió permanecer con él. Adelantándose un poco, arrodillado oraba diciendo: Padre, si quieres aparta de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.”
Una vez más, lo importante resultan ser las enseñanzas que se nos quieren transmitir. En este caso, la agonía de Jesús en el huerto de los olivos nos enseña a abrazar la voluntad de Dios, sin obstáculos ni condiciones, aunque por momentos pidamos ser librados.
La semana avanza hacia su momento cumbre.
La alegría de las palmas el domingo, el silencio sobrecogedor del martes, el encuentro del miércoles y la pasión del jueves nos traerán hasta el Viernes Santo y, con él, el sermón del desenclavo y la procesión del Santo Entierro, que suponen la sintonía perfecta con el misterio de la muerte de Jesús.
La representación del descendimiento de Cristo en la Villa supone uno de esos momentos que le son más peculiares y propios. El teatro litúrgico compone un cuadro maravilloso, en el que la plasticidad y la belleza se ponen al servicio de la fe. Una mezcla equilibrada y justa de religiosidad, solemnidad, silencio, respeto, todo en su dosis adecuada y sin concesión alguna al espectáculo.
Los sucesores de José de Arimatea y Nicodemo, recreando lo sucedido aquel primer Viernes Santo de la historia: desenclavan y descienden al Divino mártir de la cruz. A continuación depositan en la joya de plata y cristal el cuerpo ya inerte del Hijo de Dios, ante la mirada conmovida de los presentes.
Para describir esa fuerte carga emotiva que provoca el acto, nada mejor que recordar las palabras del dramaturgo asturiano, Alejandro Casona:
“El descendimiento en la tarde del Viernes Santo en Villaviciosa es el pasaje litúrgico que nunca podré olvidar. La gran imagen de Cristo, desclavada de la Cruz, aquella insólita mezcla de verdad humana y teatro litúrgico de carne popular y tallas de madera, me impresionó profundamente, no volviendo a sentir nunca el patetismo del descendimiento, con tanta fuerza de sugestión.”
Con el cuerpo de Cristo en la urna, queda la Cruz desnuda, la Cruz sencilla…
Hazme una cruz sencilla,
carpintero…
sin añadidos
ni ornamentos…
que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la
tierra,
el astil disparándose a los
cielos.
Que no haya un sólo adorno
que distraiga ese gesto:
este equilibrio humano de los dos mandamientos …
sencilla, sencilla…
hazme una cruz sencilla,
carpintero.
Hacerlo sencillo, como pedía el poeta zamorano León Felipe a su carpintero, es algo, paradójicamente, muy complicado.
Conseguir lo más con lo menos. Eliminar lo superfluo, para quedarnos con lo esencial, llegar a esa sencillez, es un camino muy largo, tan largo que nos llevará toda la vida. Nuestro camino por el arte tiene que ser una búsqueda constante de la sencillez, que aunque no planteemos como una meta, casi inevitablemente acabaremos llegando a ella. Si conseguimos que parezca fácil lo difícil estaremos cerca de la maestría.
Nuestro tiempo de trabajo, al tallar, supone también un largo camino, en el que el proceso puede ser tan interesante o más que el resultado final. Quizá por eso, los autores hemos aprendido a disfrutar del camino. No aplacen la satisfacción para el cumplimiento de sus metas y procuren disfrutar los caminos.
ANDAS PARA LA DOLOROSA
En 2014 volví a Villaviciosa para entregar las andas para esa imagen de llanto sereno, que parece aceptar el dolor con amor.
Ese también fue un largo camino.
En nuestro primer encuentro con Nicolás y sus directivos en Zamora, en noviembre de 2006, ya me pidieron que dibujase unas andas para la imagen tallada por el gran escultor Julio Beobide y policromada por el insigne Ignacio Zuloaga.
El proyecto largamente deseado, se fue posponiendo. Realizamos primero las andas para la Coronación y la Flagelación, debido a la mala situación de las viejas.Existía el riesgo cierto de que los xilófagos hubieran podido atacar a las imágenes.Aunque por fortuna y por la barrera que suponen las policromías, esto no acabó sucediendo.
La junta directiva, una vez más, mostró su buen criterio, acometiendo primero las andas de los ¨xudios.¨
El proyecto para La Dolorosa resultó, como era lógico, muy distinto a los dos anteriores. Distintas son las problemáticas que se plantean al realizar unas andas para un grupo escultórico, que para una imagen devocional, y como consecuencia, diferentes deben ser también las soluciones propuestas.
En mi trayectoria, siempre he tenido un gran deseo de evolucionar, de no conformarme con lo ya conocido, sino al contrario, buscar constantemente nuevas formas, nuevas fórmulas que puedan ser igualmente válidas. En este sentido, la gran novedad de estas andas viene dada por sus formas curvas, que complicaron en gran medida su realización.
Aquí aparece uno de los grandes privilegios de los que gozamos en nuestro trabajo. La posibilidad de ser creativos, de generar nuevas ideas, de hacerlo distinto… observar las cosas con otra mirada y hacerlas ver así a los demás.
Nuestra memoria, que es selectiva, se queda con lo distinto, y recuerda siempre lo que le llama la atención.
ESCULTURA CRECIENDO
El 15 de Julio de 2018, con gran emoción, volví a Villaviciosa.
Pude vivir junto a ustedes uno de los días más importantes para la cofradía, en su larguísima historia, y también uno de los más importantes de mi vida.
Todos deseábamos que fuese un gran día… y lo fue. Hasta la tormenta que amenazaba con estropearlo todo, supo esperar hasta la tarde, respetando así las celebraciones de la mañana.
Fue un día histórico para Villaviciosa y su Semana Santa. Como todos recordarán,la cofradía culminó de manera brillante los actos programados por el 350 aniversario de su fundación.
La celebración fue doble. Por una parte se inauguró el nuevo museo de Semana Santa. Otro gran logro de Nicolás y su junta directiva, que colecciona grandes logros, no por casualidad, sino como consecuencia lógica de su enorme trabajo.
La escultura CRECIENDO fue la otra inauguración de la mañana. Realizada para conmemorar tan importante aniversario, supuso mi primera escultura en bronce.
No quiero dejar escapar esta oportunidad para mostrar mi agradecimiento a los hermanos Alfredo y Anselmo, de Igless Principado, por su excelente trabajo en la fundición.
Quiero igualmente, reiterar mi agradecimiento a la cofradía, por haberme confiadosu realización y así permitirme, por la puerta grande, formar parte de su historia.
Supuso para mí un pequeño salto al vacío. Lo asumí como un nuevo reto, con la ilusión de siempre, con la del niño de ocho años que sigo siendo, que sigue volviendo a casa aquella noche, y que nunca llega, ni quiere llegar.
Todo fue muy pensado, incluso el título de la obra. Quería una sola palabra que nos incluyera a los cuatro protagonistas principales del proyecto…CRECIENDO era la palabra que buscaba.
Desde el principio mi intención fue aunar en la escultura: pasado, presente y futuro como símbolo del relevo generacional que posibilitó llegar a este aniversario. La idea que me trasladó la directiva de plantear un niño, fue todo un hallazgo, pues,con su sola presencia, me regalaba la idea de presente que ya es y de futuro que pronto será.
Los niños encarnan grandes valores: la ingenuidad, la inocencia, la nobleza. Ellos son muy importantes en la Semana Santa de la Villa y en la escultura el “ñeñu” era la clave. Desde luego supuso un gran punto de partida, pero yo no estaba satisfecho, me faltaba el pasado… y no quería, ni podía, ni debía olvidarlo.
No podíamos olvidar a los que ya no están, pero estuvieron, a los que trabajaron por la cofradía en algún momento de su historia. Sin su esfuerzo y dedicación no hubiésemos llegado hasta aquí.
Me costó semanas atrapar en la escultura el guiño al pasado que me faltaba. Finalmente, me di cuenta de que lo que estaba buscando era una mirada atrás, y eso era sencillamente lo que tenía que hacer.
El guaje, definitivamente, no mira al frente, sino que gira ligeramente su mirada hacia atrás, marcando ese homenaje al pasado.
¡Siempre las mejores soluciones son las más sencillas, pero que difícil es llegar a la sencillez!
Sin duda fue un gran día aquel domingo 15 de julio. Espero que a ustedes también les haya gustado recordarlo, porque, de alguna manera, recordar es volver a vivir.
ANDAS PARA EL INCENSARIO
En 2020, esa vez con mascarilla y miedo, volví a Villaviciosa. Me trajo hasta aquí la entrega de las andas para portar el incensario.
Estas andas quedaron marcadas por el momento en el que se hicieron: el tiempo de la pandemia y el confinamiento. Un tiempo afortunadamente superado, pero que no nos conviene olvidar.
Aquella fue una época rara, en la que todo parecía irreal o, al menos, muy lejos de la realidad que conocíamos y de la que disfrutábamos apenas sin saberlo.
Un periodo nuevo e inesperado llegó para recordarnos nuestra fragilidad. Primero nos sobresaltó y después nos paralizó.
Parecía imposible, pero sucedió.
El mundo veloz y desenfrenado en el que estábamos inmersos, se paró.
Al menos, nos regaló un tiempo para la reflexión y para imaginar nuestro inmediato futuro, con la única certeza de que sería ligeramente distinto al que teníamos previsto.
Este mundo de lo inmediato y de lo fugaz, impulsado por un ritmo frenético en el que vivíamos y al que pronto hemos vuelto, resulta muy incómodo para el desarrollo de nuestro oficio, que debe hacerse necesariamente lento. Vivimos a contratiempo en la sociedad de las prisas, aislados en nuestro mundo de calma, buscando sosiego donde apenas lo hay.
En ese contexto de pandemia global y confinamiento local, fueron pensadas y realizadas las andas para el incensario. No podíamos ser ajenos a algo que estaba marcando tanto nuestras vidas. Y lo dejamos patente a través de una discreta simbología: los candados cerrados que unen las cadenas a la estructura, son una alegoría de nuestro tiempo de encierro; mientras las cadenas que permiten el balanceo son negras, como señal de luto por aquellos que no pudieron superar la enfermedad…
Y después de la pena por la muerte, la alegría por la Resurrección. El domingo nos traerá la victoria de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte.
La muerte no podía tener la última palabra, porque la profecía ya estaba escrita: el Señor vivirá por siempre entre nosotros….
El hijo de Dios se encamina resplandeciente en busca de la madre. La nueva imagen de la Virgen se desprende de su dolor y es ahora la Virgen de la alegría.Con el encuentro las dos imágenes parecen iluminarse la una a la otra.
Es el milagro que acontece en Villaviciosa cada año desde hace siglos, una historia de amor y pasión, a los sones de gaitas que llenan las calles anunciando la Buena Nueva.
Con la primera luna de primavera llega también el comienzo de un tiempo nuevo. Para nosotros, el comienzo de un proyecto nuevo, que será con seguridad nuestra obra maestra, ya que vivimos perennemente convencidos de que el próximo será nuestro mejor trabajo.
Así que lo que más nos gusta, y lo que nos sale con mayor naturalidad, es hablar de nuestros proyectos presentes y futuros. De manera que la mirada atrás para recordar trabajos del pasado nos supone un gran esfuerzo. En cualquier caso, esta mirada atrás, para ustedes, ha sido una satisfacción, porque repasar los proyectos realizados, ha sido también rememorar las amistades crecientes. El recuerdo de una relación que primero fue exclusivamente profesional y con el paso del tiempo se convirtió en agradecimiento hacia esta Villa y afecto hacia sus gentes.
El repaso de las obras realizadas ha ido modelando este pregón, que debe ser un punto y seguido en nuestra relación.
Para el inicio de esta relación resultó providencial la participación de mi compañero Ricardo Flecha. A él, en su memoria y para su recuerdo quiero dedicar este pregón, ya que fue su acción generosa la que me permitió llegar a esta tierra, que se ha ido convirtiendo para mí, en una especie de paraíso, no perdido, sino encontrado. Un lugar al que siempre quiero volver.
Espero haber sido capaz de mostrar mi agradecimiento y cariño a Villaviciosa, a la que además deberé este honor toda la vida.
Nunca olvidaré aquella tarde, nunca olvidaré esta tarde.
GRACIAS
Villaviciosa, 2024
José Antonio Pérez